Presentación Manuel Reina Coto en la Oración ante la Virgen Inmaculada
05 de diciembre de 2023
Buenas noches a todos, en primer lugar daros la bienvenida de mi parte a este acto organizado por la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio San José, que sirve como inauguración de las fiestas de nuestra patrona, la Virgen de la Inmaculada. Dar las gracias, como no, a mi amigo Federico Sánchez. Gracias, Fede, por confíar siempre en mí y por tenerme presente. Hoy nos encontramos otra vez, como así lo hiciéramos hace más de cinco años cuándo me elegiste para acompañarte en el pregón de la Semana Santa que realiza nuestro colegio en Cuaresma.
Agradecer también a tus padres, porque se que son ellos los que te avalan y animan a seguir manteniendo esta bonita amistad que tenemos desde que ni teníamos uso de razón, porque así también lo hace mi madre, y su ilusión es igual o incluso mayor que la mía cuando le cuento que te voy a acompañar de cerca en lugares y en citas como las de hoy.
No recuerdo si esto se lo escuché precisamente a mi madre o a la tuya, a Isa, pero se me quedó guardado cuando dijo que tenía la imagen en la cabeza de los dos, siendo muy pequeños, yendo al colegio uno al lado del otro, tú con la mochila verde del Betis, y yo con la roja del Sevilla. Me he recreado mil veces esa imagen en mi mente como una de las primeras que me unen, nos unen, a este colegio. Siempre me la imagino contigo
sacándome dos cabezas y discutiendo si era mejor el Sevilla o el Betis.
Esa imagen explica bien nuestra relación, dos personas, dos amigos desde la infancia. No se si hubiéramos tenido una relación de amistad si no fuera porque tus padres y mi madre fueran tan íntimos, seguramente no, o quizás sí, pero lo que está claro es que le doy gracias a ellos por esta amistad tan pura y eterna que nos dieron.
Pasan los años y nos vemos poco, menos de lo que nos gustaría seguramente. Tenemos vidas distintas, amistades distintas, hemos crecido y es lo normal. Es el ciclo de la vida.
Pero también se puede explicar muy bien nuestra amistad reconociéndote con toda seguridad, que tú me conoces mejor y podrías hacer una descripción más precisa y certera de mi que cualquiera de mis amistades con las que salgo los fines de semanas o de los que ahora considero mis mejores amigos.
El colegio, nuestro cole, ha sido uno de los nexos de unión más fuertes entre los dos. El segundo, diría yo, detrás de nuestros padres. Y sigue siéndolo más de 20 años después de entrar por primera vez por la puerta negra. Nuestras tertulias cofrades en los pasillos y en los intercambios de clase lo corroboran. Te he visto crecer a través de la Semana Santa.
Recuerdo a la perfección estar en las sillas de la Avenida de la Constitución el Domingo de Ramos, y levantarme con mi madre y mis hermanos por el pasillo para veros a todos en La Estrella. Luego ya me hice de la Amargura, y mis piernas empezaron a jugar un pulso con mi corazón por el cariño que le tengo a tu hermandad. Una hermandad hay que cuidarla como hermano, al igual que un colegio hay que cuidarlo como alumno, docente, personal, padre o antiguo alumno. Fede, has sido una de los mejores ejemplos de lo que significa hacer colegio. En tu casa tienes la mejor de las referencias. Fede hace hermandad, hace colegio y hace familia.
Fue buen alumno, y hoy te tengo que confesar algo que siempre le he dicho a mi familia, pero creo que nunca a ti. Admiro a las personas inteligentes, y siempre te he considerado una de las más que conozco. No sacabas todos los dieces, pero tienes una mente que admiro y envidio de la manera más sana.
Pero eso es lo de menos. Siempre has sido mejor compañero, aunque los claustros nos hayan hecho coincidir muy pocos años en la misma tutoría. En primaria eras de la letra D, yo de la C. Yo con la seño Inés y tú con la seño Luz Mari. Recuerdo las miradas cómplices cuando me mandaban acercarme a tu clase a por algo. Luego si coincidimos en alguna tutoría de secundaria. Fuiste un gran compañero, siempre partícipe de las fiestas del
colegio, se te daba mejor bailar sevillanas en la vigilia que jugar al fútbol en las olimpiadas, algo inversamente proporcional a mí. Yo pensaba que se ligaba jugando bien a fútbol hasta que te vi sacando a las niñas a bailar en la feria.
Tus valores, Fede, siempre estarán unidos a los que nos han intentando transmitir desde este cole y esta parroquia. Te he visto crecer y madurar en este edificio, adquiriendo y empapándote de cole, dentro y una vez que tuvimos que abandonarlo para enfrentarnos a la realidad. Siempre entendiste que terminar la etapa académica nunca iba a significar salir de aquí. Dios, el Padre Damián y la Vírgen de la Inmaculada te atrapan y te cuidan para no dejarte ir jamás. Estar ligados a este colegio te hace recordar quien fuiste, quien eres y quién quieres ser.
Para ir terminando, me es imposible que no me acuerde en un día como hoy, en presencia de ti, Fede, en la de tu hermana, tus padres, mi madre, la Virgen de la Inmaculada y de este colegio, de alguien como mi padrino, Dani. Te queremos mucho. Para acabar, muchas gracias nuevamente por acordarte de mí, y ojalá siga siendo así toda la vida. Por seguir compartiendo momentos junto a Javi, Ángel, Fer, Marvi, Javi Campos y
Barranco; porque este colegio y su vírgen nos sigan reencontrando, nos sigan uniendo y nos sigan guiando en cada uno de los pasos que demos en nuestras vidas. Yo espero seguir viéndote feliz, con tus padres, con tu hermana, con tus amigos y con Lucía. Tus éxitos y los de todos ellos, siempre serán los míos.
Gracias y suerte. Que en este camino su mano te lleve, su luz te guíe y su corazón te sostenga, oh Inmaculada Vírgen María, así sea.